Subí 15 kilos en aproximadamente 1 año. Al principio era algo de risa, ya que era recién casada y “el amor engorda”, así que no le tomé mucha importancia.
Después empecé a notar que no sólo eran kilos demás, si no también unas cuantas inseguridades demás, momentos de frustración en los probadores de las tiendas, miradas al espejo criticando lo que veo y así la lista hasta llegar a un amor propio gastado y cansado.
Después de “intentar” algunas dietas; pongo entre comillas porque soy de la idea que intentar y no hacer nada, es prácticamente lo mismo; el resultado siempre era el mismo, cero kilos perdidos, a veces algunos ganados, mucha ansiedad, desilusión, reproches y por último un atracón de comida para hacerle saber a la dieta que estaba rompiendo con ella… ¡maldita!
Esto último me dejaba un sentimiento de culpa terrible, pero como todo mexicano, la vida comienza los lunes, así que ese día empezaba la batalla de nuevo, y de esa manera el círculo vicioso durante ya año y medio.
Dicen que la vida te da las cosas cuando las necesitas y lo creo, un día deslizando Facebook me encontré un post que decía “comer con-siente”, me llegó como piedra a la cabeza, tenía que indagar más sobre el tema.
Encontré a una psicóloga con especialización en alimentos, ¿o sea cómo, como por sentimiento? Una voz desesperada en mi cabeza gritó ¡siiiiiiiii!
Ese día algo se movió en mí, sólo el hecho de escuchar esa voz dentro de mi gritando por ayuda me provocó asombro y una profunda tristeza, es como si alguien que había mantenido en silencio durante mucho tiempo se revelara, ese alguien era yo misma.
Sin saber muy bien cómo, cuándo o dónde se iba a provocar el cambio, ya no había marcha atrás, esa voz interna ya no dejaba de gritar, era momento de actuar, pedí una cita con la psicóloga y es así como comenzó este proceso, el cual llamaré Diario de una gordita.
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