Mi historia de gordita, por Jacky

Durante muchos años fui una chica muy delgada, hubo ocasiones en las que mi madre llegó a pensar que tenía anemia.  En ese entonces, no me consideraba una persona feliz, vivía para darles gusto a mis padres y lograr su aceptación. 

Tan pronto como me fue posible, decidí  independizarme de ellos. Me fui de la ciudad en donde vivía, estudié, conseguí  trabajo, me casé y tuve una hija,  y curiosamente fue ahí cuando empecé a engordar a la vez que me aceptaba y me quería más. Todo iba relativamente bien, excepto cuando veía a mis padres, me hacían comentarios de lo gorda que estaba, que debería de estar a dieta permanente de lechuga, etcétera, pero gracias a la distancia, no me afectaba; hasta que decidimos mudarnos permanentemente al lugar en donde nací. 

Tengo conocimiento sobre el tema  del bullying, lo conocía y lo había vivido con mi hija en la escuela, pero nunca imaginé, que eso podía pasar dentro de una familia que dice quererte.  

Tan pronto regresé, con muchos kilos de más, el rechazo, bullying, discriminación, degradación y demás, se hicieron presentes y cada día más fuertes.  Mis padres me dijeron en varias ocasiones que no querían que los vieran o los relacionaran conmigo porque les causaba vergüenza mi aspecto, que por favor estuviera en casa y no saliera hasta que tuviera un aspecto digno de presumir. Incluso me ofrecieron pagarme la cirugía de bypass gástrico y pastillas para adelgazar rápido.

En una ocasión, nos invitaron a una boda junto con ellos. Obviamente, la gente estaba sorprendida y hacían burlas sobre mi aspecto. Pero lo más triste, fue ver y escuchar  que en lugar de defenderme y argumentar los problemas de salud tan fuertes que he superado,  que no tengo vicios, que he formado una familia feliz y estable, un esposo que me ama y que es trabajador, honrado y que me respeta, decidieron justificarme por estar gorda. 

Fue ahí cuando me cayó el veinte y decidí hacer algo radical al respecto. Poco antes de regresar a mi ciudad  de origen, empecé a seguir cuentas en Instagram que me motivan y a interactuar con algunas de ellas. Estas cuentas me han ayudado enormemente, a la vez me hice socia de un gym, principalmente para evadir mi realidad, pero empecé a bajar de peso sin siquiera proponérmelo y ahora he encontrado un estilo de vida que me gusta. 

Nunca seré lo suficientemente delgada para que mi familia me acepte y no pretendo ser la persona que era antes. Pero he decidido ser feliz y aceptarme tal cual soy; me gusta ser gordita y siempre lo seré orgullosamente. 

El cariño y aceptación, no se miden por los kilos que pese o por la talla de ropa que sea, se miden por las acciones que tengamos día con día, que son  las que realmente nos definen como personas. Esto es algo que me enseñó mi esposo y ahora lo traigo tatuado en la mente y en el corazón.