Semana 31

marzo 11, 2019
2 min read

Platicando con mi psicóloga, nos fuimos a unos años atrás, al que parece ser el momento en el que “me perdí”.

Creo que todos hemos escuchado hablar del efecto bola de nieve, que nos dice que si tiramos una pequeña bola de nieve, desde lo alto de una montaña, conforme vaya bajando, irá creciendo y tomando más velocidad.

Tratando de hacer memoria y sincerándome conmigo misma acerca de cómo sucedido ese desgaste o pérdida de amor propio, recordé que no fue algo que pasó de repente, sino que fueron una serie de pequeñas decisiones, que me alejaron de mi misma, volviéndome dura, menos paciente, menos amorosa conmigo misma y hasta un poco cruel.

Estas elecciones parecían de lo mas simples y habituales, pero en realidad fueron decisivas, como por ejemplo, no salir o dejar de realizar una actividad por pena, criticar cada pequeño detalle en mi físico, descuidar mi alimentación porque «qué más da», cambiar mi forma de vestir para no mostrar mis «imperfecciones», o hasta quedarme callada por vergüenza. Y es que esas pequeñas decisiones, acarrearon consigo toda una maraña de negatividad y prejuicios que fueron creciendo conforme pasaba el tiempo.

Me di cuenta como una idea, un sentimiento o una decisión, son como una pequeña bola de nieve que va creciendo cada vez más y más, hasta ser una bola gigante, con tanta fuerza que es capaz de tumbar lo que sea, en este caso a mí misma.

Y es ahora, donde muchas veces no sé cómo empezar, que creo que esta es la forma correcta de recuperar lo perdido, tirando una bola de nieve, pero ésta vez llena de amor, compasión, perdón y aceptación, y dejarla que vaya creciendo, así con pequeñas decisiones y acciones.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *