Semana 32

Si algo he aprendido, es que para superar una situación, hay que hacerle frente y ¿cómo?, primero que nada, reconociéndola.

En una de mis múltiples sesiones con la psicóloga le comentaba que, aparte de esa voz que existe dentro de mí que grita por auxilio y ruega por ser escuchada, existe otra que es como su amiga malvada. Esta otra vocecilla se dedica a criticarme, a bajarme el ánimo y a sabotearme a la más mínima oportunidad que se le presenta.

Creo que esta, es una forma muy propia de explicar la maraña de pensamientos que pasan por mi cabeza día a día, no quiere decir que la dieta me esté volviendo loca; pero en realidad a veces pareciera que dentro de mí habitan dos personas con opiniones completamente opuestas.

Estas dos voces mantienen diálogos internos y peleas interminables; una quiere comerse 10 tacos, la otra le responde que no porque estamos cuidando nuestra alimentación, una quiere ir al gimnasio, la otra le dice que no sirve de nada porque seguiremos gordas; es como si una se encargara de echarme porras y la otra de abuchearme.

Una de las tareas de mi psicóloga fue que le pusiera nombre a esa voz. Así que pensando en que esta voz es mi peor juez, decidí llamarle Judy; por favor, si alguien se llama así le pido que no se ofenda, es solamente porque suena parecido a la palabra juez.

Esto me ha ayudado a hablarle directamente a ella, así cuando mi mente comienza con pensamientos negativos, que solo tienen el propósito de desalentarme, bajarme el ánimo o criticarme, le puedo decir ¡cállate Judy!

Te reconozco, sé que existes en mí, pero elijo callarte y darle paso a mi voz amorosa, a mi amor propio.