Semana 16

Como ya les he contado, vivo al norte de Estados Unidos, bueno al menos hasta esta semana, ya que por cuestiones laborales ¡nos mudamos!

En repetidas ocasiones mi psicóloga me ha dicho “ lo que te choca, te checa” y una de las cosas que más me “choca” es el cambio; todo lo contrario de mi esposo, él es de la idea que el cambio es algo saludable y hasta necesario; así que ya se podrán imaginar, lo que para él es algo fácil, para mí es todo un conflicto interno. Para mí, hacer un cambio representa enfrentarme a lo desconocido, empezar de nuevo y por supuesto sentir el miedo a fallar.

Esto último creo que no le gusta a nadie y es que por miedo a fracasar dejamos de hacer muchas cosas, entre ellas la dieta. Debo confesar que muchas veces he sentido tanto miedo de iniciar con un nuevo plan alimenticio y que después de poner todo mi esfuerzo por varias semanas no tenga los resultados esperados, que me es más fácil no seguirlo o seguirlo a medias, ¡total ya sé que no funcionará!

Este pesimismo se apodera de mis pensamientos con facilidad, pero siendo honesta, esta vez no quiero que el miedo me controle y ser yo misma quien se mete el pie ante un nuevo comienzo. Tengo que aceptar que fallar es inevitable y como dicen por ahí, quien no fracasa es porque nunca lo ha intentado, así que ahora no me importa si tengo que comenzar una y mil veces la dieta, el ejercicio o hacer nuevos amigos, esta vez no me rendiré.

Me despido de Minnesota agradecida por todo lo bueno y lo malo, la nieve, el frío, los cambios de estación, las personas que pacientemente platicaron conmigo a pesar de mi inglés, también le agradezco por aislarme de todo para que pudiera escuchar mi propia voz y por enseñarme a florecer de entre la nieve, como las margaritas.