Semana 21

Estos últimos meses de mi vida han sido de locos, entre meter todo un departamento en cajas, buscar un nuevo lugar donde vivir y el viaje de improviso a México, estoy que me jalo el cabello tratando de equilibrar mi vida. Pero ¿a quién engaño?, lo primero que se salió de control, fue mi forma de comer y el ejercicio, las dos cosas que más me han costado trabajo incluir en mi día a día, las dejé con una facilidad pasmosa.

Hace unos días leí la frase, “la vida te pone obstáculos, los límites los pones tú”. Y de verdad que me encanta cuando la vida te envía esta clase de mensajes que parecen hechos a la medida y te hacen recordar tus objetivos, son como una luz preventiva que te avisa que estás yéndote por el camino equivocado. Porque en este momento, donde creo que la mudanza y un viaje no planeado, son obstáculos para continuar con mi nuevo estilo de vida, me queda claro que la que se está limitando soy yo misma.

Si, siempre se presentarán situaciones que me sacarán de la rutina que he creado para lograr mi objetivo de una vida saludable, pero esto no quiere decir que mientras pasen, tenga que dejar de lado todo y mucho menos ¡a mí!

Nadie me está prohibiendo hacer ejercicio, ni estoy siendo obligada a comer en exceso, soy yo quien ha decidido limitarse a esperar el «momento perfecto» para retomar mi meta, pero siendo realista, la vida nunca es perfecta.

Así que tengo que olvidarme de esa idea de que llegará el momento perfecto para iniciar o volver al camino que trace hace algunos meses, porque así, me puedo quedar esperando toda la vida sin hacer nada. En esta ocasión, esperar es un lujo que no me puedo permitir, porque sería tirar a la basura lo mucho o poco que he logrado.