Semana 23

enero 7, 2019
2 min read

Uno de mis propósitos este año es aprender a decir no. Y no es que quiera dejar de ser generosa o andar por la vida negándome a todo; pero decir no, cuando considero que es necesario, es algo que me cuesta muchísimo trabajo, por lo que en diferentes ocasiones termino haciendo cosas que no quiero o en situaciones que no me gustan.

Me di cuenta que agradar a los de mi alrededor, se ha vuelto mi modo de vivir, y es que pensando que soy una persona afortunada y con mucho tiempo de sobra, ¿por qué me negaría a hacer las cosas que me piden?

Aunque el problema no está en decirlo, sino todo lo que me genera hacerlo. Decir no, implica que no complaceré a los demás y ante esto, me enfrento a dos sentimientos: culpa y satisfacción.

Así es, la misma acción me causa sentimientos que parecen completamente opuestos. Por un lado el remordimiento de conciencia no me deja tranquila y me siento tremendamente culpable por no hacer algo que “debería” hacer, aunque no quiera; pero al mismo tiempo me siento satisfecha porque estoy haciendo lo que realmente quiero.

Esto lo platiqué con la psicóloga y me ayudó a comprender que dejar de complacer a otros y empezar a complacerme a mí misma, es lo más sano, porque quiere decir que estoy siéndome fiel, escuchándome y respetando lo que dice mi voz interior. A este último sentimiento, es al que le debo de dar más poder.

Comments

Daniela

Me pasa lo mismo, siempre me piden favores y siempre digo que si cuando no quiero, ahora estoy en proceso de hacer lo que yo quiera si no quiero no lo hago y punto, tratando de no darle importancia al que diran.

Gonmarys

Me encanto a veces nos olvidamos de nosotros por quedar bien con los demas. Bendiciones

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *