Semana 3

Después de mi cita con la psicóloga he quedado sumamente sensible, tocamos temas que jamás creí tenían que ver con la relación poco saludable que tengo con la comida, de verdad que somos seres complejos y fascinantes.

Siempre he sido una persona que sueña cosas raras y tengo la fortuna de acordarme de ellas cuando despierto. Los más comunes son que soy otra persona, a veces de otro sexo, otra edad, otro tiempo, a veces soy un personaje; Bob Esponja y Harry Potter han sido mis favoritos; sueño con películas que nunca he visto, canciones que nunca he escuchado, sueño que puedo volar, sueño con el fin del mundo, sueño que muero y revivo; vaya un sin fin de disparates en mi cabeza, a veces sin sentido y a veces sumamente reveladores.

Esta ocasión, sin duda, fue revelador y algo perturbador. Soñé que tenía algodón metido en los poros de la piel, se me hacía extraño, así que comenzaba a jalarlo un por uno, hasta que uno de ellos me abrió el brazo completo, no había sangre, pero sí muchísimo algodón dentro, seguí sacando y sacando hasta que se me abrió otra herida del brazo al abdomen, mi cuerpo estaba prácticamente abierto por la mitad y yo continuaba sacando más y más algodón. Por mi cabeza pasaba el mismo pensamiento una y otra vez ¿Cómo voy a cerrar esta herida?

Y es que al estar en terapia siento que destapé la caja de pandora y mi más grande miedo es no poder cerrarla nunca más.

Aunque esta vez no quiero cerrarla y callar esa voz dentro de mí, si no todo lo contrario, quiero aprender a escucharla y sacar todo eso que por años me he pasado enterrando en kilos de comida.