Semana 34

Hace unos días, al salir de bañarme, me percaté que no estaba mi toalla, por lo que me vi obligada a salir a buscar una. 

Mientras atravesaba corriendo mi departamento, completamente desnuda tratando de taparme por aquí por allá, recordé que estaba sola y que nadie podía verme desde fuera, por lo que no había necesidad de cubrirme. Así que me detuve, respiré profundo, bajé los brazos y de repente, me sentí libre. 

Creo que no puedo recordar la ultima vez que me había permitido andar desnuda o en ropa interior por mi casa; un año, tal vez dos; primero por frío y luego por pena. 

Después de haber tenido esta pequeña pero liberadora experiencia, decidí que mi situación tenía que cambiar y que parte de aceptarme, es aprender a disfrutar mi cuerpo, no solo mirándome al espejo minutos antes de meterme a bañar, sino a toda hora, con y sin ropa. 

Así que ahora, a la más mínima provocación ¡fuera ropa! Hacer esto me ha permitido conectar de nuevo con esa mujer que había permanecido olvidada por mucho tiempo; y debo confesar me he cachado más de una vez viéndome de reojo en todos los reflejos de mi casa sintiéndome sexy.

Por lo que si alguien pasa por mi edificio y de casualidad se asoma por alguna ventana que olvidé cerrar, puede ver una linda gordita paseándose muy a gusto y con muy poca ropa.