Semana 55

octubre 7, 2019
3 min read

Este camino me ha enseñado que nuestro cuerpo siempre nos está hablando y lo mejor que podemos hacer, es aprender a escucharlo.

Hace un tiempo mi esposo entró a una apuesta con compañeros del trabajo para ver quién podía perder más peso en determinado tiempo, ya que por salir a comer juntos, todos habían ganado varios kilos. Creo que si algo no le gusta a mi esposo, es perder dinero, así que se puso súper disciplinado; aunque al final de cuentas, perdió. El ganador había cambiado completamente su alimentación y los resultados eran tan envidiables, que nos dejó con el gusanito de intentarlo.

No voy a mencionar el nombre de este estilo de alimentación, porque no es mi intención desacreditarlo, creo fielmente que cada cuerpo es diferente y lo que le puede servir a una persona, a otra simplemente no; un claro ejemplo es mi esposo, quien está fascinado con lo bien que se siente y los resultados. Así que solo les hablaré de mi experiencia y por supuesto, la lección aprendida.

Iniciar la dieta fue todo un reto, ya que implicaba eliminar muchos alimentos a los que estaba muy acostumbrada, pero esta vez estaba decidida, así que me informé muy bien con mi nutrióloga y me mentalicé a que lo lograría.

Después de unas semanas comencé a ver los resultados, perdí kilos y medidas, eso me tenía emocionada y motivada, ¡al fin algo estaba funcionando!

Pero al mismo tiempo notaba algunos cambios raros, estreñimiento, insomnio, mal aliento, dolor abdominal y salpullido. Este último se estaba volviendo insoportable, todo el día tenía una comezón incontrolable en la espalda y pecho, que no me dejaba estar tranquila ni de día, ni de noche. Así que fui con el doctor, quien me dijo que seguro era por el calor y me mandó una crema. Probé de todo, la crema, compresas frías, shampoo especial, ropa que no me rozara, evitar a toda costa sudar; pero nada hacía que el salpullido desapareciera.

Soy doña Google, así que por mi cuenta me puse a investigar qué más podía ser, y para mí sorpresa una posibilidad era mi nueva alimentación. Intenté probando los remedios que mencionaban y en un par de días, como por arte de magia, la comezón paró.

Al inicio me enojé muchísimo conmigo misma, ¿cómo era posible que lo único que me ha funcionado en años me esté causando esto? Y no sé si en este caso fue terquedad o perseverancia, pero yo volví a intentarlo, no una vez, sino tres veces más; lamentablemente siempre con el mismo resultado.

Así que llegó el momento de ser sensata, este estilo de alimentación no es para mí, al menos no como lo estaba llevando. Me enseñó muchísimas cosas nuevas y estoy segura de que me servirán para mantenerme saludable.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *