Al contarle a mi nutrióloga mi pequeño tropezón con el plan alimenticio, acordamos que era momento de hacer un cambio, probaremos ajustar los carbohidratos.
Nunca había notado que en todos mis alimentos los carbohidratos estaban presentes, es más, eran la base de mi comida, esta semana que me los redujeron he sentido un vacío tremendo en mi plato y sobre todo ansiedad.
Al platicarlo con la psicóloga, me ha ayudado a darme cuenta que para mí, los carbohidratos no son sólo un alimento, si no ¡una satisfacción! Así es, el pan, las galletas, las tortillas, el arroz y demás, me reconfortan, pero ¿por qué necesito reconfortarme?
No es obra de la casualidad que me los hayan reducido, va de la mano con el proceso de dejar de recurrir a la comida como salvavidas de otras áreas de mi vida, tengo que trabajar en quitarme esos apegos y entender que la comida no es amor, no es compañía, no es felicidad, la comida es sólo comida.
Nuca había visto el tema de los carbohidratos como una satisfacción, pero es así exactamente cómo lo describes que siento que es… Gracias Gina, un abrazo.
Hola! Apenas te descubrí y me encanta!
Toda mi vida he liado con eso del peso, estructuralmente no me veo ni me siento obesa, desfaortunadame por todas las condiciones de genética (estatura, peso, edad, enfermedades en mi familia) estoy en obesidad. Es difícil para mi regirme sobre una dieta dónde tengo que medir cada caloría que consumo, aunque la realidad es que tampoco como mucho! En fin, en este punto que mencionas, creo mi coco son los carbohidratos, sobre todo el pan duce o la galletita para acompañar el café, cuándo no lo consumo me siento ansiosa.. en fin, me encantará leerte más a menudo. Tñ
Un fuerte abrazo.
Me parece buenisimo…….
Te entiendo completamente! Me encanta el pan en todas sus variantes, lo comería el día entero y es muy difícil lidiar con su falta. Pero no te desanimes! Paso a paso tu organismo se irá acostumbrando a no tener la necesidad de ingerir los hidratos de carbono. Es como los alcohólicos y fumadores, en un principio es difícil lidiar con el síndrome de abstinencia, pero pasado el tiempo, llega la calma