Semana 60

noviembre 11, 2019
2 min read

Tengo que confesarles algo, creo que tengo en casa un espejo mágico. 

Hace unos meses, los espejos eran mis enemigos, sabía que pasar frente a uno significaba desencadenar una batalla conmigo misma, con miradas de desprecio, críticas, y hasta alguno que otro apretón y jalón de piel, como si estuviera tratando de arrancarme un pedazo de cuerpo que, según yo, me sobraba.

Con mucho esfuerzo, fui aprendiendo a quitarle mi atención a esa voz que resaltaba hasta mi más mínima imperfección, a esa voz que se esmeraba en recordarme que yo solamente era eso, un cuerpo lleno de defectos. Acallar los reproches, me dio la oportunidad de contemplar realmente a esa mujer parada frente a mí, de escuchar sus necesidades y de decirle “aquí estoy para ti”.

Poco a poco, verme al espejo, dejó de ser un martirio y, más bien, se convirtió en algo que ahora disfruto. Esta nueva práctica ha despertado otra vocecita muy diferente y que hace años no lograba escuchar, una voz más dulce, más compasiva, con palabras de aceptación y hasta algunos halagos. Y no hablo de vanidad, sino de amor propio.

Hice las pases con mi espejo y ahora creo que es mágico, porque me ha ayudado a ver que soy hermosa, así con todo lo que hay, con todo lo que soy

Comments

Landy lu

Eres super hermosa pqq tu belleza nace del alma e irradia afuera de tu ser! ❤️

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *