Semana 66

enero 13, 2020
2 min read

Terminaron las fiestas y yo puedo sentir que el pantalón me aprieta un poquito más que de costumbre, pero pesarme era algo que me daba pavor.

El solo hecho de tener que ver si mi peso había aumentado, era una idea que no quería enfrentar. Así que pasé varios días agarrando valor hasta que lo logré, me subí a la báscula y mis terribles sospechas eran ciertas, había subido un par de kilos.

En ese momento, me embargó una sensación de urgencia por cambiar mi situación y por mi mente comenzaron a pasar toda clase de reproches:

«Tu tienes la culpa», «eso te pasa por comer demás», «ahorita mismo te vas al gimnasio», «a partir de hoy dieta rigurosa», «mejor tira todos los recalentados que quedan en el refrigerador».

Pero al mismo tiempo, dentro de mí, hubo otra voz que también se hizo presente, calmando mis ansias y recordándome que:

«La vida no es estática y tu peso tampoco, así que tranquila, todo está bien. Recuerda que lo que comiste fue una decisión consciente y lo disfrutaste mucho. No pasa nada si has subido de peso, podrás trabajar en eso cuando estés lista». 

Me di cuenta que esa parte buscaba darme un respiro, siendo compasiva, regresándome los pies a la tierra y rescatándome de mi propio sabotaje. Y estoy segura que esa reconfortante voz es, nada más y nada menos, que mi amor propio.

Comments

Roberto Pèrez Moreno

Rzacto. lo importante disfrutaste la fiestas de diciembre. y con calma volver a agarrar el ritmo de gym y aliomentacion.

Jozh

Me quede sorprendido

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *