Semana 68

Hace unos días, platicando con mi mamá, le dije que había dejado de comer jamón de pavo porque se me hacía aburrido y me hace sentir que estoy a dieta.

Me di cuenta que el jamón de pavo no era el único, sino que tengo una lista de alimentos que entran dentro de esa misma categoría: chayote, apio, brocoli, pepino, lechuga, manzanas, pechuga de pollo asada, jamón de pechuga de pavo, pescado empapelado, queso panela.

Y no es que no me guste el sabor de estos alimentos, simplemente que al estar registrados, en mi cabeza, como «comida de dieta», se vuelven muy tediosos de consumir.

Creo que durante toda la vida, he ido aprendiendo a clasificar alimentos en «buenos» y «malos». Y obviamente, que debo alejarme de los segundos a como dé lugar, aunque son por los que babeo regularmente.

Así que me debo de restringir de comer: pan, tortillas, galletas, todo lo que contenga grasas, jamón y carne de puerco, embutidos, sodas, lo que sea con azúcar, entre otros. Aunque, debo confesar, de que el simple hecho de verlos como «alimentos prohibidos», los hace aún mas tentadores, detonando un antojo constante con el que tengo que batallar.

En esta ocasión creo, que más que aprender, ha llegado el momento de desaprender, de ir eliminando la creencia de que los alimentos son buenos o malos, y de una buena vez, liberarme de esa carga mental que hace que unos me sean más apetecibles que otros.

Entender que de igual manera puedo disfrutar de alimentos nutritivos por gusto, sin necesidad de estar a dieta, como también de aquellos que no los son tanto, sin que eso implique sentirme culpable por haberlo hecho.