Semana 71

abril 6, 2020
3 min read

Mi psicóloga siempre me dice que la gente es nuestro espejo y que podemos aprender cosas súper valiosas, si nos miramos con atención.

En esta ocasión, me encontré con una prima, mucho menor que yo, que ha tenido un proceso de transformación increíble; y no me refiero solamente a su apariencia, sino a todo su interior

Platicando, con mucha confianza, llegamos al punto donde me dijo, “me da miedo volver a verme así” y me mostró una foto. En ese momento quise decirle todas las frase motivacionales que he leído en redes sociales y asegurarle que eso no sucedería, pero lo único que pude decirle fue “te entiendo”

Y así es prima, te entiendo, porque yo siento el mismo miedo.

Durante días estuve pensando que cualquiera de nosotros, que estamos en este camino, corremos el riesgo de retroceder y eso nos aterra.

Pero entonces ¿qué podemos hacer?, si volvemos a un peso que en su momento nos hizo sentir tan mal, tan devaluados, tan rotos, ¿quiere decir que ya todo está perdido?, ¿cómo poder hacerlo diferente?, ¿qué nos ayudaría esta vez a no hundirnos

Me di cuenta que el problema no era que no quisiera volver a ver ese número en la báscula, sino que me aterra volver a verme al espejo y decirme cosas horribles, me da miedo volver a sentir ese vacío que muchas veces trate de llenar con comida, me paralizo de solo pensar que tendré que iniciar desde cero, escondiéndome, reprochándome, odiándome.

Así que creo que la respuesta recae lejos de “volver a hacer la dieta que sí funcionó” o “el ejercicio con el que bajé más rápido”, sino justamente en lo que siento. Y es que lo único que puede hacer la diferencia, es todo el trabajo que he hecho para reconstruir mi amor propio.

Porque esta vez, con todo lo aprendido, estoy segura que no me atacaré con palabras que me lastimen y si sucede, sabré como detenerme, porque he aprendido que yo puedo elegir mis pensamientos y mis palabras; no me esconderé, porque he aprendido que merezco un espacio en cualquier momento y en cualquier lugar; entenderé que si se presenta las ganas de un atracón, es porque debo revisar qué está pasando conmigo y encontrar una manera sana de gestionar mis sentimientos; esta vez no me reprocharé por haber fallado, porque he aprendido a ser compasiva conmigo; y no habrá espacio para el odio, porque he llenado cada rincón de mi ser con amor, y ese sentimiento, es más poderoso que cualquier otro.

Cada día que pasa, me convenzo más que este no es un camino de bajar de peso, sino de aprender a amarme. Y además, que no es exclusivo para quienes tenemos problemas con el peso, aunque yo haya llegado aquí por esa razón, sino que por este camino andamos todos, gordos, flacos, altos, bajos, porque el amor propio es algo de humanos

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *